Los ojos no lo ven todo y nuestra consciencia nos engaña, es fácil ver algo que no existe. Difícil es aceptar lo que es, hacer a un lado las fantasías y los engaños, mirarnos los unos a los otros y reconocer lo más básico.
Pues no es el otro malvado, es uno cegado. Por las sombras del ayer o el brillo del mañana.
Ya no necesitamos que nos mientan, vivimos un mundo de ficción, aunque nos cuenten una verdad, guionamos nuestro propio engaño. Amargo placebo.
Existe un mundo, con sus reglas y sus seres, que no es ideal. Y acá estamos, buscando un sentido, buscando siempre algo más, algo oculto, mirando más alla, detrás del horizonte. No vemos el atardecer, cegados por la luz del sol.
Pero la verdad esta siempre desnuda.