Y acá estoy, viendo el tiempo y la vida pasar. Siento la muerte arribar a cada segundo que desperdicio en la impura ciudad. Sentimientos acumulados en mi corazón, las palabras que nunca pronuncié, las ganas que me guarde. Y siento que todo se mueve con gran rapidez a mi alrededor, con falta de color. Viviendo por inercia, obedeciendo, perdida, sabiendo que esta no es la vida que quiero.
Y puedo pasar todo el día lamentando, pero eso no me lleva a nada.
A veces cuesta ver las cosas como son, entender donde uno realmente esta parado, entender que es uno mismo el artesano y la obra es el camino de nuestra vida. A veces cuesta tanto ver que no existe nada que este mal, existen decisiones, cada una con su consecuencia. Cuesta salir de la psicopatía que te implantan, exigencias, obligaciones, deberes y entender que soy libre de decidir. Pase mucho tiempo tratando de complacer a otras personas y me olvide de la mas importante.
Hasta que un día cuando menos te lo esperas todo cambia.
Cuando me quise dar cuenta estaba rodeada de amor y no tenía mas que DECIDIR recibirlo y devolverlo, entrar a la conexión universal. Y ahí estoy yo, en la bifurcación del camino, decidiendo entre el miedo o el amor, entre lo malo conocido y un mundo por explorar. Ahí estoy con una mochila llena de trastes acumulados, de una vida sin razón.
El tiempo se acaba, el sol cae, el cielo se viste de gala y la luna alumbra mi caminar. Rumbo a mi lugar, donde las almas resuenen entre si, después de todo, somos las conexiones que hacemos.
